El tema de la crisis de la Escuela Secundaria se viene planteando a nivel mundial desde 1960. Se trata de una crisis que surge de la indefinición de los sentidos de este nivel educativo y termina repercutiendo en su función social.
______________________________________________________________________
Las dictaduras militares, con sus consabidos apoyos internacionales e internos, clausuraron la reflexión sobre los sentidos de la Escuela Media en América Latina. Las transiciones democráticas privilegiaron otros temas prioritarios en las agendas de las políticas públicas. La década de los noventa nos trajo la implementación de reformas educativas caracterizadas como “top-down”, y por esto mismo, fracasaron. Hoy asistimos al debate sobre la obligatoriedad del nivel en el marco del aumento de los años de escolaridad obligatoria, deuda aún pendiente en muchos países latinoamericanos. La Argentina así lo ha dispuesto en la Ley de Educación Nacional 26.206/06, en sus artículos 29º al 33º, instalando la discusión sobre la Escuela Secundaria en el escenario nacional. Los medios de comunicación escrita interpretan este fenómeno bajo los términos “volver a la escuela primaria y secundaria”, como tituló en tapa La Nación el 7 de marzo, o como “vuelta al bachillerato”, tal cual enunció Crítica al día siguiente en su página 16. Esto lleva al lector a concluir que sólo se trata de una vuelta hacia la experiencia previa a la implementación tan dispar que ha tenido la aplicación de la Ley Federal de Educación (24.195/93) en cada una de las provincias, sobre todo en lo referente al Tercer Ciclo de la Educación General Básica y al Polimodal .
Definitivamente, no se trata de lo mismo. Ya hemos asistido a la retórica del cambio para que en la cotidianeidad de la escuela no cambie nada pero tampoco podemos caer en la idealización del “todo tiempo pasado fue mejor”. Es evidente que hay cosas del pasado que se pueden y deben rescatar; y otras que es urgente modificar, y que las mismas escuelas ya se encuentran probando.
Este artículo se propone enumerar algunas constataciones, a modo de pistas, desde donde pensar otra Escuela Secundaria posible que tenemos que ir construyendo en el trabajo diario. Hay datos del contexto mundial, hay evidencias desde las políticas públicas, existe una abundante bibliografía e investigaciones en el campo pedagógico y didáctico, también hay producciones sobre el oficio y la profesión de enseñar, por no hablar de su reconocimiento como trabajador/a y de la importancia que revisten las condiciones materiales y laborales de la tarea docente. Pero quizás hay un componente de esta reflexión que reviste particular importancia, y es sobre él que queremos profundizar en esta comunicación. Se trata del sujeto de aprendizaje que puebla las escuelas secundarias del país.
En primer lugar, se trata de nuevas generaciones que han sido rodeadas desde muy pequeñas con objetos y aparatos electrónicos. De la estancia prolongada frente a la televisión o al video clip, propia de otras generaciones, pasamos al Nintendo, la Play Station, los juegos para computadoras o, simplemente, el acercarse al teclado, al monitor, y “ver qué pasa”. Este manipular de objetos y entretenimientos mediados por las nuevas tecnologías ha generado impactos cognitivos en las nuevas generaciones, y las ha rodeado de una familiaridad con las tecnologías de la información y la comunicación. En este sentido, algunos autores e investigadores señalan la categoría de “nativos digitales” frente a la de los inmigrantes y “anainfos” digitales. “Massmediatizados” sociales, de eso se trata. Están fuertemente socializados a través de la “red de redes”, Internet, e inmersos en una “cibercultura” . Desde ese espacio virtual/real se despliega toda una serie de redes sociales que abarcan un sinnúmero de intereses y de causas. La música resulta el espacio de mayor consumo (bandas, estéticas, videos, recitales, etc.), pero también hay presencia de grupos ecológicos o solidarios. También podemos mencionar la “gran rateada nacional” o el unirse para apoyar/criticar determinados sucesos o acontecimientos internacionales, nacionales o locales.
La familiaridad con la manipulación de los objetos electrónicos (celulares, I-pod, computadoras, mp4 y demás) a partir de edades tempranas les permite incorporar nuevas herramientas desde la inducción, la analogía, el ensayo y error, pero jamás desde una lectura del manual de instrucciones. Esta habilidad cognitiva provoca que no sólo consuman las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) sino que produzcan con ellas (“prosumidores”). La web emerge como el nuevo “patio” por donde transcurre la vida de estas nuevas generaciones, y fundamentalmente, Internet aparece como el lugar donde está todo y están todos. Su estancia en la web es compartida con otras actividades en simultáneo: la música, el procesador de textos, el “messenger”, el celular, la respuesta frente a algún requerimiento familiar: nos encontramos en presencia de sujetos “multi-tasking” o de “multiprocesamiento”, que desarrollan múltiples tareas en el mismo momento y lugar. Esta multiplicidad de acciones se realiza desde una “atención flotante”. Se ha esfumado el consejo de “una cosa por vez” propio de otras generaciones. Facebook, Twitter y los blogs –incluyendo el videolog y el fotolog– se convierten en espacios por donde transita gran parte del tiempo y de lo vital de estas nuevas generaciones: allí encontramos sus sueños, sus gustos, sus amores, sus antipatías, sus pensamientos, sus afectos… Los percibimos desde su “ciber-desinhibición”, mostrando otro lugar para el cuerpo en la constitución de la subjetividad, exhibiendo su cuerpo como texto, como poseedor de diversidad de mensajes.
Por su parte, la escuela también aparece en ese entramado virtual/real: su vida social, sus profesores/as, sus autoridades, sus narraciones del cotidiano escolar y las escenas de clase “colgadas” en Youtube, captadas mediante las cámaras de los celulares.
Es evidente que esta somera descripción, que amerita una profundización de cada uno de los aspectos enunciados, tiene su impacto en la cultura escolar y en el desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje institucionales. La reflexión didáctica debe tensionarse, activando espacios institucionales de intercambio y de producción de materiales y recursos entre los y las docentes para dar respuestas ante estas nuevas realidades. Se trata de una discusión que el mundo adulto educador necesita llevar a cabo en este debate de la Nueva Secundaria: qué proyecto educativo tenemos para ligar “pasado y presente” a estas nuevas generaciones; qué será lo valioso para “pasar” a los/as advenientes. Al respecto, Marcelo Urresti (2009) sostiene que “la mayor crítica que le suelen hacer no sólo a los docentes, que a veces somos muy aburridos, sino a la escuela entera como dispositivo, es que es aburrida. Y esto no es precisamente porque la escuela no los pueda divertir, sino porque están acostumbrados a géneros de comunicación que no son aquellos con los cuales fue pensada la escuela. La escuela fue pensada con función informativa y eventualmente formativa de valores. Hoy eso entra en colisión con una cultura diferente que es la que los chicos traen como nativos de estos géneros confusos ”.
A estas constataciones se suma la visibilidad que presentan los medios masivos de comunicación de ciertos episodios que protagonizan adolescentes y jóvenes, absolutizando la mirada relacionada con lo delictivo y la violencia, con el consumo de alcohol y droga, con la constitución de “tribus” urbanas, donde se insta permanentemente con connotaciones negativas sobre este grupo etario imposibilitando la presencia de cuestiones más positivas, proyectivas, constructivas. Esto provoca que la mirada del adulto mute “de lo extraño a lo hostil” , hostilidad militante que emerge en algunos adultos que cruzan de vereda ante la presencia de un grupo de adolescentes y jóvenes; en otros aparece una desvinculación, una evitación del contacto con estas nuevas generaciones, una invisibilidad e indiferencia, llegando a dejarlos solos, librados a sus propios recursos de supervivencia . Este momento también se presenta como óptimo para poder preguntarles a los adolescentes qué quieren de la Escuela Secundaria , y desde allí, comenzar a enredar nuevas tramas.
La propuesta pedagógico-didáctica necesita gestarse desde un entramado vincular entre adolescentes y adultos en el contexto de la Escuela Secundaria, desde esa trama vincular-afectiva basada en la confianza, el amor y el respeto que hace posible la enseñanza y el aprendizaje. Emerge así la necesidad de reconstruir un nuevo vínculo entre generaciones. Sostenemos que algo del orden del “lazo” entre los adultos educadores y los adolescentes se ha corrido, y que es necesario problematizarlo en esta instalación social de la Escuela Secundaria. De modo esquemático, en el escenario de las actuales escuelas secundarias se nos presentan tres escenas posibles o figuras de lo vincular: la filiación imposible motivada por la indiferencia, como “dos extraños”; la filiación quejosa, melancólica del “todo tiempo pasado fue mejor”, de ahí el no reconocimiento y la hostilidad hacia el otro; y, por último, la filiación que nos permite encontrarnos en la escuela real y virtual, la del disfrute en el enseñar y en el aprender, la del placer. El humor, la sonrisa, la clase en círculo o el escritorio del docente que se acerca salvando la gran “trinchera” que lo separaba del resto de los pupitres. Y un conocimiento que circula, que está presente a través de múltiples soportes. El cuidado, el amparo, el auxilio, la asistencia, el estar, la responsabilidad ante y por el otro emergen como características del mundo adulto docente. Se trata de un mundo que acepta la “novedad radical” de las nuevas generaciones y las aloja, las hospeda, permitiendo así el establecimiento de filiaciones múltiples, de lazos, para convertirse en pasadores del patrimonio cultural de la humanidad. Así, el docente ofrece “una tensión, una voluntad, un deseo… tira y eleva, hace que cada uno se vuelva hacia sí mismo y vaya más allá de sí mismo, que cada uno llegue a ser el que es” . Propone un viaje de formación a sus estudiantes y se conecta con Friedrich Nietzsche, Georg Hegel y el idealismo pedagógico de Pablo Natorp: se trata de desplegar las potencialidades internas cuidado por un otro. De ahí que el docente se superponga con la tarea del artista, y la formación con el proceso estético: se trata de procesos liberadores del mundo interior del sujeto estudiante . Se habilita así el ensayo pedagógico didáctico en el aula y en los proyectos institucionales. Es permitido, validado y necesitado para poder funcionar . Pero este docente debe reunir ciertas condiciones para poder instalarse en esta escena. Larrosa afirma que “hay que poseer el secreto de la distancia justa, del equilibrio preciso entre la proximidad y la lejanía, entre la presencia y la ausencia” . Cómo se sienten los alumnos con estos docentes, Daniel Pennac lo expresa de la siguiente manera: “Es difícil de explicar, pero a menudo solo basta una mirada, una palabra amable, una frase de adulto confiado, claro y estable, para disolver esos pesares, aliviar esos espíritu… (…) Me gustaba que se interesaran por mí” .
Desde las políticas públicas hacia los sujetos de la Escuela Secundaria es el recorrido que hemos transitado en esta comunicación: adolescentes y docentes y la particular trama entre ambos a partir de sus culturas. Encuentro que merece habilitarse y debatirse en cada escuela, dado que no se puede cambiar mediante imperativos legales. Encuentro que pone en circulación experiencias que algunas instituciones vienen transitando y que nos permite soñar otra Escuela Secundaria, donde educadores y adolescentes concurran gustosos porque algo del orden del acontecimiento vital se gesta cada día en aulas, pasillos y recreos.
Definitivamente, no se trata de lo mismo. Ya hemos asistido a la retórica del cambio para que en la cotidianeidad de la escuela no cambie nada pero tampoco podemos caer en la idealización del “todo tiempo pasado fue mejor”. Es evidente que hay cosas del pasado que se pueden y deben rescatar; y otras que es urgente modificar, y que las mismas escuelas ya se encuentran probando.
Este artículo se propone enumerar algunas constataciones, a modo de pistas, desde donde pensar otra Escuela Secundaria posible que tenemos que ir construyendo en el trabajo diario. Hay datos del contexto mundial, hay evidencias desde las políticas públicas, existe una abundante bibliografía e investigaciones en el campo pedagógico y didáctico, también hay producciones sobre el oficio y la profesión de enseñar, por no hablar de su reconocimiento como trabajador/a y de la importancia que revisten las condiciones materiales y laborales de la tarea docente. Pero quizás hay un componente de esta reflexión que reviste particular importancia, y es sobre él que queremos profundizar en esta comunicación. Se trata del sujeto de aprendizaje que puebla las escuelas secundarias del país.
En primer lugar, se trata de nuevas generaciones que han sido rodeadas desde muy pequeñas con objetos y aparatos electrónicos. De la estancia prolongada frente a la televisión o al video clip, propia de otras generaciones, pasamos al Nintendo, la Play Station, los juegos para computadoras o, simplemente, el acercarse al teclado, al monitor, y “ver qué pasa”. Este manipular de objetos y entretenimientos mediados por las nuevas tecnologías ha generado impactos cognitivos en las nuevas generaciones, y las ha rodeado de una familiaridad con las tecnologías de la información y la comunicación. En este sentido, algunos autores e investigadores señalan la categoría de “nativos digitales” frente a la de los inmigrantes y “anainfos” digitales. “Massmediatizados” sociales, de eso se trata. Están fuertemente socializados a través de la “red de redes”, Internet, e inmersos en una “cibercultura” . Desde ese espacio virtual/real se despliega toda una serie de redes sociales que abarcan un sinnúmero de intereses y de causas. La música resulta el espacio de mayor consumo (bandas, estéticas, videos, recitales, etc.), pero también hay presencia de grupos ecológicos o solidarios. También podemos mencionar la “gran rateada nacional” o el unirse para apoyar/criticar determinados sucesos o acontecimientos internacionales, nacionales o locales.
La familiaridad con la manipulación de los objetos electrónicos (celulares, I-pod, computadoras, mp4 y demás) a partir de edades tempranas les permite incorporar nuevas herramientas desde la inducción, la analogía, el ensayo y error, pero jamás desde una lectura del manual de instrucciones. Esta habilidad cognitiva provoca que no sólo consuman las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) sino que produzcan con ellas (“prosumidores”). La web emerge como el nuevo “patio” por donde transcurre la vida de estas nuevas generaciones, y fundamentalmente, Internet aparece como el lugar donde está todo y están todos. Su estancia en la web es compartida con otras actividades en simultáneo: la música, el procesador de textos, el “messenger”, el celular, la respuesta frente a algún requerimiento familiar: nos encontramos en presencia de sujetos “multi-tasking” o de “multiprocesamiento”, que desarrollan múltiples tareas en el mismo momento y lugar. Esta multiplicidad de acciones se realiza desde una “atención flotante”. Se ha esfumado el consejo de “una cosa por vez” propio de otras generaciones. Facebook, Twitter y los blogs –incluyendo el videolog y el fotolog– se convierten en espacios por donde transita gran parte del tiempo y de lo vital de estas nuevas generaciones: allí encontramos sus sueños, sus gustos, sus amores, sus antipatías, sus pensamientos, sus afectos… Los percibimos desde su “ciber-desinhibición”, mostrando otro lugar para el cuerpo en la constitución de la subjetividad, exhibiendo su cuerpo como texto, como poseedor de diversidad de mensajes.
Por su parte, la escuela también aparece en ese entramado virtual/real: su vida social, sus profesores/as, sus autoridades, sus narraciones del cotidiano escolar y las escenas de clase “colgadas” en Youtube, captadas mediante las cámaras de los celulares.
Es evidente que esta somera descripción, que amerita una profundización de cada uno de los aspectos enunciados, tiene su impacto en la cultura escolar y en el desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje institucionales. La reflexión didáctica debe tensionarse, activando espacios institucionales de intercambio y de producción de materiales y recursos entre los y las docentes para dar respuestas ante estas nuevas realidades. Se trata de una discusión que el mundo adulto educador necesita llevar a cabo en este debate de la Nueva Secundaria: qué proyecto educativo tenemos para ligar “pasado y presente” a estas nuevas generaciones; qué será lo valioso para “pasar” a los/as advenientes. Al respecto, Marcelo Urresti (2009) sostiene que “la mayor crítica que le suelen hacer no sólo a los docentes, que a veces somos muy aburridos, sino a la escuela entera como dispositivo, es que es aburrida. Y esto no es precisamente porque la escuela no los pueda divertir, sino porque están acostumbrados a géneros de comunicación que no son aquellos con los cuales fue pensada la escuela. La escuela fue pensada con función informativa y eventualmente formativa de valores. Hoy eso entra en colisión con una cultura diferente que es la que los chicos traen como nativos de estos géneros confusos ”.
A estas constataciones se suma la visibilidad que presentan los medios masivos de comunicación de ciertos episodios que protagonizan adolescentes y jóvenes, absolutizando la mirada relacionada con lo delictivo y la violencia, con el consumo de alcohol y droga, con la constitución de “tribus” urbanas, donde se insta permanentemente con connotaciones negativas sobre este grupo etario imposibilitando la presencia de cuestiones más positivas, proyectivas, constructivas. Esto provoca que la mirada del adulto mute “de lo extraño a lo hostil” , hostilidad militante que emerge en algunos adultos que cruzan de vereda ante la presencia de un grupo de adolescentes y jóvenes; en otros aparece una desvinculación, una evitación del contacto con estas nuevas generaciones, una invisibilidad e indiferencia, llegando a dejarlos solos, librados a sus propios recursos de supervivencia . Este momento también se presenta como óptimo para poder preguntarles a los adolescentes qué quieren de la Escuela Secundaria , y desde allí, comenzar a enredar nuevas tramas.
La propuesta pedagógico-didáctica necesita gestarse desde un entramado vincular entre adolescentes y adultos en el contexto de la Escuela Secundaria, desde esa trama vincular-afectiva basada en la confianza, el amor y el respeto que hace posible la enseñanza y el aprendizaje. Emerge así la necesidad de reconstruir un nuevo vínculo entre generaciones. Sostenemos que algo del orden del “lazo” entre los adultos educadores y los adolescentes se ha corrido, y que es necesario problematizarlo en esta instalación social de la Escuela Secundaria. De modo esquemático, en el escenario de las actuales escuelas secundarias se nos presentan tres escenas posibles o figuras de lo vincular: la filiación imposible motivada por la indiferencia, como “dos extraños”; la filiación quejosa, melancólica del “todo tiempo pasado fue mejor”, de ahí el no reconocimiento y la hostilidad hacia el otro; y, por último, la filiación que nos permite encontrarnos en la escuela real y virtual, la del disfrute en el enseñar y en el aprender, la del placer. El humor, la sonrisa, la clase en círculo o el escritorio del docente que se acerca salvando la gran “trinchera” que lo separaba del resto de los pupitres. Y un conocimiento que circula, que está presente a través de múltiples soportes. El cuidado, el amparo, el auxilio, la asistencia, el estar, la responsabilidad ante y por el otro emergen como características del mundo adulto docente. Se trata de un mundo que acepta la “novedad radical” de las nuevas generaciones y las aloja, las hospeda, permitiendo así el establecimiento de filiaciones múltiples, de lazos, para convertirse en pasadores del patrimonio cultural de la humanidad. Así, el docente ofrece “una tensión, una voluntad, un deseo… tira y eleva, hace que cada uno se vuelva hacia sí mismo y vaya más allá de sí mismo, que cada uno llegue a ser el que es” . Propone un viaje de formación a sus estudiantes y se conecta con Friedrich Nietzsche, Georg Hegel y el idealismo pedagógico de Pablo Natorp: se trata de desplegar las potencialidades internas cuidado por un otro. De ahí que el docente se superponga con la tarea del artista, y la formación con el proceso estético: se trata de procesos liberadores del mundo interior del sujeto estudiante . Se habilita así el ensayo pedagógico didáctico en el aula y en los proyectos institucionales. Es permitido, validado y necesitado para poder funcionar . Pero este docente debe reunir ciertas condiciones para poder instalarse en esta escena. Larrosa afirma que “hay que poseer el secreto de la distancia justa, del equilibrio preciso entre la proximidad y la lejanía, entre la presencia y la ausencia” . Cómo se sienten los alumnos con estos docentes, Daniel Pennac lo expresa de la siguiente manera: “Es difícil de explicar, pero a menudo solo basta una mirada, una palabra amable, una frase de adulto confiado, claro y estable, para disolver esos pesares, aliviar esos espíritu… (…) Me gustaba que se interesaran por mí” .
Desde las políticas públicas hacia los sujetos de la Escuela Secundaria es el recorrido que hemos transitado en esta comunicación: adolescentes y docentes y la particular trama entre ambos a partir de sus culturas. Encuentro que merece habilitarse y debatirse en cada escuela, dado que no se puede cambiar mediante imperativos legales. Encuentro que pone en circulación experiencias que algunas instituciones vienen transitando y que nos permite soñar otra Escuela Secundaria, donde educadores y adolescentes concurran gustosos porque algo del orden del acontecimiento vital se gesta cada día en aulas, pasillos y recreos.
Por Fabián Roberto Otero
Director del Instituto Nacional de Capacitación, Perfeccionamiento e Investigación de SADOP (INCAPE)