martes, 14 de septiembre de 2010

Educación sin maestros y tilinguería informática

Por Claudio Corriés   - Secretario de Educación de SADOP
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Hace muchos años existía una publicidad de un instituto de educación en la cual una mano impersonal introducía en una cabeza aparentemente vacía un libro, espeluznante metáfora del arte de enseñar. Tanto el instituto como esa concepción de la Educación parecían definitivamente enterrados. Pero algunos muertos parecen resucitar de la mano y con la excusa de la “innovación tecnológica”.
Hace muchos años existía una publicidad de un instituto de educación en la cual una mano impersonal introducía en una cabeza aparentemente vacía un libro, espeluznante metáfora del arte de enseñar. Tanto el instituto como esa concepción de la Educación parecían definitivamente enterrados. Pero algunos muertos parecen resucitar de la mano y con la excusa de la “innovación tecnológica”.
     El gobierno de la Provincia de San Luis envió a la Legislatura Provincial el Proyecto denominado “Escuela Pública Digital”. La lectura del Proyecto de Ley nos permite verificar algunas premisas con las que se pretende ser correa de transmisión de la colonización pedagógica.

El uso de las tecnologías de la Información y Comunicación en la Educación, su implementación, el lugar que ocupan los docentes en el proceso enseñanza – aprendizaje, han sido desde hace mucho tiempo motivo de debate donde han intervenido no solo docentes y pedagogos sino – por la complejidad del tema – filósofos y pensadores. Pero también vendedores de espejitos de colores e ignorantes de diversa calaña.

A ninguno de los serios se le ha ocurrido proponer reemplazar el lugar insoslayable del docente y mucho menos el espacio áulico como encuentro de personas que mutuamente transfieren conocimientos, actitudes, puntos de vista… en fin, el arte de aprender a ser, a hacer y a vivir juntos en un mundo plural.
También la educación a distancia es un tema de debate continuo para su implementación en los niveles superiores del sistema educativo. La principal objeción – reitero, hablando de adultos – es la despersonalización que conlleva.
Pretender reemplazar la relación maestro – alumno y alumno – maestro por la computadora “como vehículo para la construcción del aprendizaje” sólo puede explicarse desde esa concepción de la educación que la publicidad referida defendía.
Ciertamente es necesario incorporar cada vez más la computadora a la escuela y al aula, ciertamente es necesario capacitar cada vez más a los docentes para entender este nuevo lenguaje que no significa cambiar la tiza por el mouse sino comprender, concebir y utilizar un nuevo lenguaje de comunicación.

La tilinguería consiste en aceptar acríticamente la herramienta sin considerar el contenido ni la forma. Respondiendo automáticamente a una moda con “prestigio mediático” y con certeza de elogios por parte del coro de obsecuentes y de los medios afines.

Más aún pareciera que se pretende obviar a los molestos maestros y maestras que tanto perjudican y molestan.

Imaginemos: Juan se levanta, enciende su computadora y del otro lado alguna persona le indica sitios web donde aprender a sumar, otros donde aprender a conjugar el verbo domesticar. Luego de una mañana de trabajo donde quizás deba consultar on - line a la maestra virtual a la que no mirará a los ojos se sentará a la mesa y, si es que hay, comerá con sus hermanos – ya que papá y mamá estarán trabajando – y podrá ver en la tele cómo se reiteran los conflictos entre vendedores de chocolates y vedettes de cuarta categoría. Muy contento Juan sentirá que es un hombre de mundo y que accede a la tecnología. De paso casi nunca estará ausente, casi no tendrá amigos, no jugará a la pelota en el recreo y escuchará en el noticiero del mediodía la alegría de las autoridades por tener miles de chicos en red que nunca se verán la cara y que jamás sentirán el mimo del reto de la señorita Mirta de segundo B.
    Con menos comparaciones: el proyecto de ley, como muchas de las propuestas a las que el Gobierno Provincial de San Luis nos tiene acostumbrados, se impone sin participación de ninguno de los actores involucrados, pone a los docentes en un tercer plano del proceso enseñanza – aprendizaje, promueve la despersonalización, confunde al niño y niña con un “objeto a educar” y confunde educación con enseñanza.
Se parece más al intento de impedir que los docentes se encuentren y debatan sus deberes y sus derechos cosas que los trabajadores de la educación no estamos dispuestos a sostener.

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